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Capítulo 39: Lanza un puñetazo

Miel

"Estoy... oh, joder", gimió Enzo en mi oído. “Maldita sea, hermosa. Se supone que debo estar entrenándote”. Sus manos agarraron mi cintura desnuda, levantándome arriba y abajo sobre su polla. Lo besé, deslizando mi lengua en su boca. Sabía a café del desayuno.

Ni siquiera llegamos a mi cama. Se suponía que debía cambiarme, pero cuando entró, solo con un par de pantalones deportivos, pude ver el contorno de su polla. Medio duro. Y de repente sentí la necesidad de tenerlo en ese mismo momento. Así que cerré la puerta y lo tiré sobre mi alfombra.

Podía quejarse todo lo que quisiera, pero estaba más que ansioso por sacarse la polla de los pantalones deportivos, ponerse un condón y luego mostrarme cómo frotarlo. Me balanceé hacia adelante y hacia atrás, sintiendo la corona rozar perfectamente contra un manojo de nervios detrás de mi clítoris.

Agarré sus manos y las sujeté sobre su cabeza, sonrojándome cuando mi falda ondeó alrededor de sus caderas, ocultando lo fuer
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