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Capítulo 1074

Simón sonrió y agitó con fuerza la mano.

—No te emociones demasiado, debes creer en nuestra promesa.

—Creo, absolutamente, — dijo Jerónimo, secándose las lágrimas, y se apresuró a sentarse, aunque su ánimo aún no se calmaba.

Sabía muy bien que, sin Simón, el desenlace que tenía ante sus ojos sería totalmente imposible.

El gran general celestial, verdaderamente era tan formidable como se rumoraba.

Incluso más formidable de lo que se contaba.

En ese momento, Adriel levantó su copa y, después de beber un trago los tres, él y Simón empezaron a conversar animadamente.

Jerónimo se concentró en escuchar la conversación, mientras mantenía la compostura y comía algo de vez en cuando.

Ahora sentía que, si pudiera entender lo que hablaban esos dos, quizás su vida podría cambiar.

Porque para él, estos dos eran de los más importantes del país.

Después de un largo rato de conversación, Simón y Adriel bebieron otro trago y luego dijeron: —La Oficina ya no intervendrá en este asunto, tú te encargas d
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