*Estelle*"¿Estelle? ¿Adónde vas?" Hice una pausa, a mi pesar. Era la voz de Val. Debería haber fingido que no le había oído, pero ya era demasiado tarde. Se le borró la sonrisa de la cara cuando se acercó a mí. "¿Qué?" pregunté con voz ronca. Me enjugué inútilmente los ojos e intenté serenarme.
Paramos en un pequeño restaurante cerca de la posada. El hombre que estaba detrás del mostrador sonrió al vernos. "¡Val!", gritó. Se apresuró a salir de detrás del mostrador y estrechó firmemente el brazo de Val. "¿Cómo estás? "Bien", dijo Val alegremente. "Sólo un poco de hambre". "Estás en el lu
*Estelle*Las últimas semanas habían sido mejores de lo que esperaba. La vida en el pueblo era tranquila y pausada. Me encantaba pasear por las calles al atardecer. Podía contemplar las estrellas y respirar el aire fresco del bosque sin tener que preocuparme de quién caminaba detrás de mí o qué pasa
"Increíblemente", aceptó. "No quiero que pienses que estoy renegando de nuestro trato, pero es probable que no sea seguro que te vayas a finales de mes". Me observó atentamente para ver cómo reaccionaba a la noticia. Mi primer instinto fue gritar, pero respiré hondo. No tenía motivos para pensar qu
*Estelle* O estaba paranoica, o la gente seguía hablando de mí. Habían pasado dos días desde que Gabe regresó de su viaje. Desde entonces, cada vez que salía, me sentía observada. La gente me susurraba o me señalaba. A veces, simplemente me miraban cuando pasaba. Me devané los sesos, pero no se me
"¿No les han invitado?", pregunta sorprendida su madre. "No", le dije. Me levanté y la miré. "Ni siquiera sabía que había una fiesta o una feria escolar. No evito a la gente a propósito. Sólo soy", me encogí de hombros con impotencia, "torpe". Parecía confundida. Quería preguntarle de quién había
*Estelle*Estaba muy contenta de asistir a la feria de artesanía. Iba a ser mi oportunidad de conocer a la gente de la manada y de que ellos me conocieran a mí. Los rumores se habían extendido muy rápido, y la verdad es que no culpaba a la manada por ello. Si no me conocían, ¿cómo podían confiar en
Entonces, las cosas empeoraron. Algo me golpeó en el costado, miré hacia abajo y vi una botella de cristal vacía. Al parecer, bastaba con lanzar un objeto, porque pronto el resto de la multitud empezó a unirse. Levanté las manos para protegerme la cabeza y me tiré al suelo mientras la gente me rode