*Gabe* Val se apoyó pesadamente en el marco de la puerta y respiró con dificultad. Llevaba la camisa abierta y los zapatos desatados, lo que dejaba claro que le habían sacado de la cama. "Tenemos que llegar a la frontera", dijo frenéticamente. "Han cogido al granuja". Miré a Estelle, pero ya me e
"Gabe", dijo Val en voz baja. "Quizá podamos utilizarlo para descubrir al traidor". El hombre miró a Val y enarcó una ceja. "Merece la pena intentarlo", dije. Tiré de él hacia delante y lo empujé hacia los guardias reunidos. Patinó en el suelo y no intentó levantarse cuando se detuvo. No teníamos
*Gabe* La adrenalina del encuentro con el pícaro estaba desapareciendo cuando llegué a casa. Estaba agotado, pero había demasiado que hacer para poder dormir. Estelle parecía tener la misma sensación de inmediatez, porque me estaba esperando al otro lado de la puerta. Parecía aliviada de verme. "¿
"De acuerdo", dijo. Me besó y se dirigió a la puerta. "Volveré pronto", prometió. Esperé a oír cerrarse la puerta principal y subí a ducharme y vestirme. El agua caliente me ayudó a despejarme. Los instintos de Estelle eran agudos. Si ella pensaba que era lo mejor, probablemente lo era. No satisfar
*Val* Era mediados de otoño y la tarde era fría y fresca. El aire fresco normalmente me ayudaba a despejar la mente, pero ni siquiera eso bastaba hoy para calmar mis pensamientos acelerados. Habían pasado dos días desde que Gabe anunció su decisión sobre Isolde. Me sorprendió lo indulgente que fue
"Lo único indignante es que intentes justificar su comportamiento", dijo Gabe. Sabía que Gabe había estado esperando un nuevo enfrentamiento con Charles. Había hecho callar al mayor inmediatamente después del anuncio, pero Charles era tenaz. A pesar de la aparente aceptación de la situación por par
*Estelle* En el pueblo reinaba la calma desde hacía unos días. Parecía que el malestar inicial tras el castigo de Isolda empezaba a calmarse. Me ponía nerviosa salir sola durante unos días. El recuerdo de la revuelta en la feria de artesanía y el doloroso moratón en las costillas me hacían recelar
Después de todo lo que ha pasado, si de verdad pensaba que iba a dejar a Gabe, estaba loco. Su proximidad y la presencia de esos hombres no iban a bastar para hacerme cambiar de opinión. Me mantuve firme y me negué a retroceder mientras él me acosaba. "No me intimidas", dije enfadada. El hecho de