Sus pupilas se dilataron y se inclinó hacia adelante, deslizando una mano debajo de la abertura de mi camisa. El calor de su mano me puso la piel de gallina y el fuego brotó dentro de mí. Mis ojos estaban fijos en ella mientras me besaba, deslizando su lengua por mi labio inferior con valentía.Gemí
Ella no respondió antes de caer de rodillas frente a mí. Sin palabras, la miré con ojos oscuros mientras ella me acariciaba a través de mis pantalones.Mis rodillas se doblaron y la espalda se inclinó en un gemido sin aliento. —Evie —advertí, rechinando su nombre entre mis dientes.Sus grandes ojos
Evie StantonCon un par de esposas de cuero familiares, Thane me sujetó a la cabecera. El fuego ardía contra mi piel, rogando ser tocado. Me quejé, moviéndome contra su agarre, pero sin intentar romperlo activamente.Mi mirada devoró el cuerpo desnudo de Thane. Pelo negro y áspero esparcido a lo lar
Gemí, tratando de abrir más las piernas, sintiéndolo aún más profundamente.Thane me miró fijamente, con el rostro contraído por un doloroso placer mientras agarraba una de mis piernas y se la echaba sobre el brazo. La sorpresa me provocó un chillido cuando se hundió aún más, moviendo sus caderas ha
Y él lo sabía.—Tal vez no quiero follarte en toda la noche, cariño. Quizás en algún momento me gustaría irme a dormir—. Me dio una palmada en el trasero, provocando otro grito torturado de mi pecho. —No sé si debería dejarte venir otra vez esta noche. Tres veces con la boca y dos veces con los dedo
Thane DrogosFinalmente, después de dos días, estábamos a menos de una hora de un lugar seguro. Evelyn se apoyó contra la media pared. Mentalmente lejos. Mirando soñadoramente las olas rompiendo. Los pájaros marinos cantaban sobre nosotros. Gorriones guiándonos a casa.Sus rizos de color marrón oscu
—Bells…— respiró. Su mirada se volvió vidriosa. Dolorido. Su garganta se balanceó como si intentara tragar un nudo que se negaba a bajar.—Respiracion profunda. No sabemos nada. Prepara a la tripulación para la pelea —ordené bruscamente, tratando de sacar a Desmond de su espiral de horror.Él asinti
—La dejamos en Siren Bay. ¡No la tenemos!El comandante Glass caminaba alrededor de Charles como una pantera inquieta, arrastrando a Desmond hasta ponerlo de pie. —¿Es eso cierto?Sin perder el ritmo, Desmond resopló:—Sí. Ella se ha ido.—¿Entonces admites haber asesinado a la princesa? —Exigió el