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Tras el alta de Jennifer, ella, junto con su hijo y su nuera, se dirigió en coche a su casa en la zona residencial Magnificent. Al llegar, el vehículo se detuvo justo delante de la puerta principal, lo que facilitó la rápida entrada de los tres en la mansión.

Cuando entraron en el salón, el viejo señor Mandez, con la espalda encorvada y ansiosa, no pudo contener las lágrimas al encontrarse con los ojos de su nuera.

A primera hora de la mañana, Shawn le había llamado para informarle de los últimos acontecimientos, lo que le había llevado a correr directamente a casa de su nieto con anticipación.

Jennifer rompió a llorar mientras se apresuraba a abrazar al anciano.

"Nunca pensé que volvería a verte. Ha pasado tanto tiempo; pensé que habías muerto..." La voz del viejo Mandez se entrecortó y su mano acarició suavemente su espalda.

"No estoy muerto, padre. Este soy yo, sano y salvo". Ella lloriqueó.

Los dos derramaron lágrimas de alegría y se abrazaron durante un largo rato antes de separa