**CallanTuve que afrontarlo. Ella me estaba evitando.Miré los últimos mensajes que le había enviado. Leer. Sin respuesta.Me reí secamente de mí mismo. ¿Ya me equivoqué?—Señor Arison, es hora de partir para reunirse con el Señor Evanchron —me informó Jeffery.Suspiré hacia mi teléfono y lo deslic
Le sonreí. —Aprecio su disposición a ayudar, pero no puedo aceptar su propuesta o su ayuda cuando se le atribuyen términos y condiciones tan poco atractivos.El señor Evanchron se rio sin emoción. —De verdad estás tratando de quemar algunos puentes, ¿no es así, muchacho?Me encogí de hombros y cor
**IsaRevisé mi billete de avión. Primera clase. Como todos los demás que van de viaje de negocios a Brasil.Estábamos lanzando la línea de joyería de Gabriella Luca primero en Río de Janeiro antes de promocionarla en Francia.—¿En qué asiento estás? —Le pregunté a Myalin, rezando para que me asigna
Él sonrió, sin molestarse en ocultar su sorpresa y placer. —Muy bien. ¿Quieres elegir? ¿Quizás... un romance?Mi vientre revoloteó. Su voz era suave y sus ojos estaban llenos de pasión.Uf, ¿cuánto más podría posponer mis sentimientos por él?—No estoy... seguro acerca del romance —susurré, incliná
Vi a Callan poner su cara profesional, la que usaba fuera de la oficina para tratar con los clientes, mientras hablaba con Gabriella sobre su línea. Él le hablaba en español la mitad del tiempo, así que no sabía mucho de lo que decían, sólo una palabra extraña aquí y allá. Había estudiado francés en
**CallanEstar tan cerca de ella en un momento como éste era embriagador. El olor de su champú cítrico flotando en el viento del agua, la forma en que las luces y las estrellas nadaban en sus ojos, la forma en que sonreía nerviosamente como si estuviera dando un acto de fe.La playa de Copacabana es
Una vez que pasaba por la oficina principal, pasaba por su escritorio y asomaba la cabeza por la puerta. Ella siempre estaba ahí, mirando por encima de la pantalla de su computadora, esperándome. Me hizo feliz ver su sonrisa cuando entré en su visión.—Buenos días, señora Loveless —le decía.Ella as
Mi vientre revoloteó con los recuerdos de cuando nos besamos en la playa.—Lo sé —respondí—. Lo lamento. Ten paciencia conmigo un poquito. ¿Por favor?—Por supuesto, cariño —respondió.Mi corazón salió volando. Usar un término cariñoso como ese fue inesperado y no era mi idea de reducir el ritmo.Pe