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Capítulo 0009

Henry (Henry)

—¡Estás loco si crees que voy a acercarme a ti, y mucho menos a besarte! —Henry exclamó. —No sé cómo pasó esto, o cómo se estropearon las cosas, ¡pero tú no eres mi pareja! —Continuó caminando y se esforzó por evitar acercarse demasiado a Circe o mirarla a los ojos.

—Sé que amas a Mae, pero ¿por qué luchas tanto contra esto? Llegarás a amarme —Circe se aproximó a él y le acarició el brazo con un dedo.

Henry se estremeció ante su contacto y sintió que sus músculos se alejaban de ella. Hizo un gesto dramático para apartarse.

—Nunca podría llegarte a amar. Necesito encontrar a Mae —afirmó Henry con determinación antes de dirigirse hacia el bosque. Su mente estaba en un estado de agitación y confusión.

Henry podía escuchar a Circe llamándolo y sus pasos irregulares mientras se adentraba en el bosque tras él. Intentó bloquear cualquier sonido de ella y la ignoró mientras suplicaba que volviera con ella.

Ella seguía gritando que ahora estaban emparejados y que él ya no tenía motivos para perseguir a Mae, que Mae seguramente estaba feliz con su pareja, pero Henry no podía creer eso. Necesitaba ver a Mae; necesitaba hablar con ella. Tenían que resolver todo este asunto.

Henry atravesó el bosque y llegó distraído a su lugar secreto. Algo dentro de él le decía que Mae estaría esperando. Que estaría tan desconsolada y confundida como él. Trató de dejar de lado los pensamientos confusos y a Circe gritándole, y se concentró únicamente en que su corazón se uniera al de Mae.

—¡Ella no es tu pareja! ¡No sé por qué no puedes aceptar esto, Henry! ¡Vuelve conmigo para que podamos unirnos a la celebración! Circe exclamó.

Podía decir que ella estaba bastante lejos detrás de él ahora. El lobo dentro de él gruñó de frustración e ira. Henry aceleró el paso y comenzó a correr hacia el lugar, dejando a Circe más atrás.

No podía pensar, no podía respirar, no podía hacer nada respecto a su situación hasta que vio a Mae. Hasta que pudiera abrazarla, besarla y descubrir qué había ocurrido. ¿Por qué estarían tan enamorados si no estuvieran destinados a estar juntos?

¿Habían ofendido de alguna manera a la Diosa de la Luna? ¿Por qué les quitaría su amor de esta manera? Muchas preguntas giraban en la mente de Henry. Comenzó a sentirse casi mareado por todas las incógnitas que rondaban en su cabeza.

Henry siguió corriendo, esperando poder superar esta situación. Esperando poder llegar al claro especial con Mae y que ella le explicara que había habido un error. Después de todo, ella era su compañera. Todo en él clamaba y llamaba a Mae.

Una parte de él deseaba incluso ir más allá. Una parte de él quería tomar a Mae y huir a algún lugar donde nadie pudiera evitar que estuvieran juntos. No le importaba si ella era o no su verdadera pareja. Estaban unidos en su corazón y no podía vivir sin ella.

Quería correr hasta que sus pulmones ardieran y todas las preguntas se despejaran de su mente. En algún lugar donde nadie los reconociera y pudieran estar juntos en paz. Pero sabía que Mae no dejaría a su familia. Tenían que resolver esto juntos, aquí.

Henry redujo la velocidad cuando llegó al borde del claro. Ya podía oír a Mae. Los latidos de su corazón latían más rápido de lo normal y estaba sollozando. Claramente, ella había estado llorando. Su corazón dolía por ella, la necesidad de consolarla era abrumadora.

Se abrió paso entre los árboles y acercó sus labios a los de ella. Estaban húmedos y cálidos, ambos estaban enojados y nerviosos. Sus lágrimas seguían fluyendo y se mezclaban con el sabor de sus labios. A Henry no le importaba. La mantuvo lo más cerca posible de él y la sostuvo hasta que ambos necesitaron un respiro.

—¿Qué pasó, Henry? ¡Dijiste que nos aparearíamos! Dijiste que no había forma de que no lo estuviéramos. No soporto la idea de que no estemos juntos. Pensando en ti emparejándote con otra persona, casándote con otra persona... —La voz de Mae comenzó a temblar, al igual que el resto de su cuerpo. Se dio cuenta de que apenas podía controlar las lágrimas y la respiración agitada.

—Lo sé, lo sé, mi amor. Yo tampoco puedo soportarlo. Me quema por dentro pensar que alguien más te toque. Tiene que haber algo mal. Algún error en alguna parte. Esto no puede ser real —arguyó Henry. Su voz era áspera y reflejaba cuánto enojado estaba, pero la abrazó con ternura, sin apretar demasiado fuerte.

—Cuando me volví y vi a Nathan-—

—¡¿Nathan?! ¿Te apareaste con Nathan? Él es... ¡él no es nada! ¡Apenas me gané el nombre de lobo! ¿Cómo puede la hija de un Alfa emparejarse con alguien como él? Henry exclamó. Se giró de inmediato para abrazar a Mae y le recordó que no era ella con quien estaba enojado.

—¡Lo sé! ¡Lo sé! No podía creerlo. No quería herir sus sentimientos, pero comencé a llorar. No pude soportarlo. Corrí aquí. —Mae estaba comenzando a hiperventilar un poco al recordar el momento. Henry le pasó las manos por los brazos y la besó en la frente. Mae sollozó contra su hombro.

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