MaeHabían transcurrido tres días desde la llegada de Mae a la casa de su abuela, y sentía la urgencia del tiempo avanzando implacablemente. Ataviada con prendas que encontró en el antiguo guardarropa de su madre, Mae inhaló profundamente, intentando no obsesionarse con la proximidad de la fecha lím
Mae respiró hondo y trató de liberar la repentina sensación de ansiedad. Ya habían llegado a la casa. Su abuela abrió la puerta y los condujo a la cocina.—Ahora siéntate —comenzó June mientras avanzaba por la pared del fondo buscando los libros correctos. Cuando los encontró, los colocó frente a Ma
*Mae*Mae estaba muy tranquila cuando se despertó por la mañana. Su habitación en casa de su abuela parecía la misma. La habitación olía igual y los rayos del sol brillaban en los delicados cristales que rodeaban el espacio. Pero la energía era diferente. Mae era diferente. Podía sentir su magia den
Mae se sintió aliviada al darse cuenta de que no tendría que discutir para salir de la casa. Se puso de pie, manteniendo una expresión estoica, y se sirvió un plato de avena.Mae volvió a sentarse y comió tranquilamente, observando a su abuela leyendo. Esperaba alguna advertencia o consejo de última
Mae dejó su bolso cerca de la puerta de Henry y corrió escaleras arriba hacia el estudio.—Una vez más, debemos disculparnos por un momento —dijo Samuel, haciendo un gesto para que Alfa Frederick lo siguiera.Mae no podía esperar más. Abrió la puerta y los tres hombres en la habitación se detuvieron
Circe paseaba por los pasillos sin rumbo fijo, desorientada. A pesar de que todos sus seres queridos, además de sus padres, estaban presentes en la casa, incluso su pareja elegida, se sentía fuera de lugar. Se esforzó por esbozar una sonrisa ante la ironía de su situación.En su afán por encontrar u
—¿Hola, cómo estás? —preguntó, dudando sobre cómo empezar y abordar lo que realmente quería decir. Samuel se acercó y tomó asiento en un escritorio, mucho más cerca de ella de lo que había estado en días.Él se encogió de hombros.—Supongo que, considerando todo, estoy bien. —Parecía que quería deci
NathanLa mente de Nathan se sentía nublada por la ira y los celos. Habían pasado casi dos semanas desde que Mae realizó la ceremonia de marcado con Henry. No había visto a ninguno de ellos, pero las historias que circulaban por la ciudad eran imposibles de ignorar.Si lo que escuchó era cierto, los