MaeMae se encontraba en silencio en el alféizar de la ventana de la habitación de Henry, observando las estrellas y la brillante luna. La luz lunar le otorgaba fuerzas, como si la Diosa de la Luna misma le estuviera sonriendo. Inhaló profundamente, recordando cuán poderosa se había vuelto.—¿Estás
—No tienes que hacer esto —susurró Henry, pareciendo darse cuenta de su repentino cambio de humor. Mae le ofreció la mejor sonrisa antes de volverse para mirar al techo.—Sí.***La mañana llegó mucho antes de lo que Mae estaba preparada. Sin embargo, dado que una parte de ella todavía temía este en
MaeLa cabaña parecía tranquila, casi normal. Los tablones de madera que formaban los lados estaban uniformes y limpios. Las ventanas parecían recién lavadas y llenas de luz. Había hermosas plantas y flores creciendo alrededor de todo el borde exterior de la cabaña. Incluso los árboles parecían incl
—Mmmm, déjame pensar en esto. Me tomé la molestia de crear un hechizo tan detallado y complicado sólo para que la señorita Wolfy aquí presente decidiera que era demasiado voluble para haber pedido tal pedido. Ahora, ¿les gustaría a todos que revierta mi intrincada magia... de forma gratuita? Raveena
MaeRaveena atacó primero, desatando un látigo de relámpago de un púrpura oscuro en dirección al pecho de Mae. Los ojos de Mae se abrieron con asombro al experimentar por primera vez el poder de Raveena. Era completamente distinto a lo que su abuela le había enseñado.Mae se agachó rápidamente detrá
—¡No! —Raveena estaba gritando y parecía más asustada ahora, acurrucada en el suelo bajo los restos destrozados de su casa—. ¡Sufrirás por esto!Raveena hizo lo mejor que pudo para levantarse, aunque todavía temblaba sobre una pierna, y convocó a todo tipo de fuerzas oscuras hacia ella. Mae podía oí
MaeMae enjugó su rostro y respiró profundamente varias veces. Intentó absorber la presencia de la Diosa de la Luna que la rodeaba. Fue reconfortante saber que, incluso en su momento más oscuro, no estaba sola. Se sentía reconfortada por estar del lado correcto de la Diosa. De repente, una sensación
—Circe, estás bien —susurró, genuinamente preocupado. El corazón de Circe dio un vuelco en su pecho—. Quería hablar contigo. —Circe levantó la mano y él detuvo sus palabras y movimientos.—Samuel, lo siento mucho. Lamento mucho haber actuado como una niña egoísta. Estaba asustada y preocupada por mi