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Capítulo 1036

Simón, al escuchar esto, sonrió con desprecio y dijo: —Si no tuviera la habilidad, no me atrevería a aceptar esta tarea. Realmente me subestimas.

—Incluso un desecho que ni siquiera conoce su posición en la lista se atreve a hablar tan grandiosamente. Eres en realidad muy arrogante, — respondió Wenceslao con altivez.

Mientras hablaba, una intensa energía espiritual se levantó de su cuerpo, envolviendo por completo a Simón.

La expresión de Simón se volvió muy seria. Una fuerza invisible surgió de él, chocando con la energía espiritual de Wenceslao, creando un remolino de viento en el salón.

Severino cambió drásticamente su expresión y exclamó muy apresurado: —¡Deténganse los dos! No pueden luchar aquí.

Simón refunfuñó con rabia y retrajo su energía espiritual.

Wenceslao también se retiró al instante, mirando fríamente a Simón.

Después de todo, Severino era su jefe. Este tipo de comportamiento no era apropiado.

Severino frunció muy seriamente el ceño y dijo: —Ambos son poderosos, no hay
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