—¡No hay puto pero! ——espetó Gunner. —Perdóneme, Capitán, pero Evie nos hizo ganar tiempo. Ella no se entregó simplemente a esos imbéciles para que tú te metieras en un agujero y te metieras la cabeza en el culo.—No necesito un sermón tuyo —gruñí.—Aparentemente sí. Eres un maldito dragón. Evie nos
—Aquellos de ustedes que deseen irse, lo entiendo. Puedes tomar tu parte y te transportaremos a otra colonia. Pero voy a recuperar lo que es nuestro con o sin ti. Te estoy dando la opción de armar un pequeño infierno conmigo.—¡Dime qué hacer, Capitán! —Gritó Gunner, con una sonrisa vengativa en su
Evie Stanton—Continúa, cariño. ¡Danos una vuelta! Mi madre animó con una emoción que no llegaba a sus ojos. Ella estaba tan vacía como yo.Si me importara, me pregunto cuándo sucedió. Quién la rompió y cuándo.Me quedé allí en la plataforma mientras una costurera me sujetaba un vestido blanco alred
Allí estaba esa palabra otra vez. Perfecto.—Evie, ¿no quieres hablar conmigo? —preguntó mi madre, tratando de mirarme a los ojos, pero solté mi brazo de su agarre y me giré hacia el espejo.La mujer en el espejo no era yo.Ojos magullados. Una huella amarilla en mi garganta desde donde Charles me t
—Nos han ordenado que la llevemos de regreso a sus habitaciones, princesa Evelyn —dijo Carlo, un guardia, con ojos amables arrugándose. Parecía mayor, como si tal vez fuera joven durante la insurrección.Mmm.Esta fue una oportunidad.—Por supuesto, pero ¿te importaría llevarme a la oficina de mi pa
Entrecerré los ojos y pasé a mi siguiente declaración. Uno que no estaba seguro de que le gustaría a mi padre. —Es hora de hablarme de la insurrección.Él retrocedió. —No te preocupes por asuntos del pasado.—Padre —comencé, manteniendo todo el aplomo que había aprendido en mis clases de etiqueta. S
Thane DrogosPrimera parada: Puerto Rapier.¿A dónde iría un pirata que acaba de ganar un montón de dinero?Hombres como Charles Burmingham eran predecibles. Deplorable. Iría a la colonia pirata más grande, se jactaría de habernos derrotado a mí y a mi tripulación, y luego se abriría camino a través
Ella se dio cuenta de mí y me recibió a medio camino, con la emoción brillando en sus ojos verdes.—¡Tan! —Ella me saludó con un beso en ambas mejillas. Demorándose un poco demasiado mientras presionaba sus pechos contra mí. —¿Para qué tengo el placer de verte?—Christina, un placer como siempre —re