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El viaje de vuelta a casa transcurrió en un silencio incómodo, mientras la pareja miraba a través de los cristales tintados, cada uno sumido en sus propios pensamientos. A pesar de la tensión latente, ninguno de los dos habló.

De repente, sonó un teléfono, rompiendo el silencio. La mano de Mia se metió en el bolsillo y, al ver el identificador de llamadas, el corazón le dio un vuelco. ¿Qué le esperaba esta vez?

Shawn notó que el cuerpo de su mujer se tensaba a su lado, lo que le hizo dirigirle una mirada de preocupación. ¿Cuál era el problema esta vez? ¿Quizá su padre? Observó cómo su mano temblorosa deslizaba el icono de respuesta y se llevaba el teléfono al oído.

"Hola", susurró con voz ronca.

Cuando Mia asimiló las palabras del otro lado, sus ojos se abrieron de par en par, asombrada. "¿Qué acabas de decir? exclamó.

Shawn frunció las cejas al observar su inesperado deleite.

Unos segundos después, soltó una risita eufórica. "Ahora mismo voy. Ahora mismo voy".

La llamada terminó brus