Cuando la calma reina.Los guerreros bajo el estrado sienten un escalofrío recorrer su espina dorsal, aterrados.El remanente del impacto reciente es, sencillamente, demasiado aterrador.De no haber estado prevenidos y haber esquivado a tiempo, probablemente habrían resultado gravemente heridos.Aun así, el poder destructivo de ese golpe sigue causando inquietud.—No está mal, tu fuerza ha aumentado desde aquel entonces en Schwarzwald. —Ricardo, con una mano detrás de la espalda, esboza una sonrisa sutil, mostrando una confianza absoluta.— Lamentablemente, hoy vas a morir.—Ricardo, si tienes verdaderas habilidades, muéstralas ahora, porque pronto no tendrás oportunidad.Pedro se levanta lentamente, su mirada permanece fría e impasible.El golpe anterior le ha permitido entender completamente el límite de Ricardo.Sin sorpresas, su adversario ha rozado el umbral del Super gran maestro.Afortunadamente, por cuestiones de tiempo, aún no ha logrado un avance total, de otro modo, sería muy
Saltando al aire, de repente se detuvo.Los rayos del sol caían, iluminando la armadura dorada de Ricardo, que brillaba intensamente, captando todas las miradas.—Esta espada, por la que me recluí durante tres años para comprender este solo movimiento, nunca antes se ha mostrado frente a otros. Hoy, morir por esta espada será el honor de tu vida. ¡Prepárate para recibirlo!Con esas palabras, la espada de Ricardo de repente vibró, y él se transformó en un deslumbrante rayo de luz dorada, precipitándose hacia abajo.Su fuerza era inmensa, como una galaxia desplomándose, imparable y arrasadora.—¡Qué rápida es la espada! ¡Qué terrorífico es el impulso de la espada!—¡Dios mío! ¿Es esto un castigo divino? ¡Es terrible!—Con esta espada desplegada, nadie puede resistir; joven gran maestro, aunque mueras, es un honor.La asombrosa estocada de Ricardo provocó un alboroto general.Todos los guerreros quedaron estupefactos.Ese rayo de luz dorada era tan brillante como el sol, dejando a todos s
— Pedro González, este es el convenio de divorcio preparado por la presidenta García. Fírmalo. En el Grupo Preciosidad, en la oficina de la presidenta, la secretaria Juana, vestida con un traje de oficina, colocó una hoja de papel tamaño A4 sobre la mesa. Frente a ella estaba sentado un hombre con ropa sencilla, pero de atractivo rostro. —¿Divorcio? ¿Qué significa esto? —Pedro se había quedado un poco pasmado. —Pedro, ¿no lo entiendes? El matrimonio entre la presidenta García y tú ha llegado a su fin. Ya no están en el mismo mundo. Para la presidenta García, tu existencia solo era un estorbo —dijo la secretaria sin tacto alguno. —¿Un estorbo? Pedro frunció ligeramente el ceño y preguntó: —¿Así que esto es lo que ella piensa de mí? Cuando se casaron, la familia García estaba endeudada y en una situación financiera muy difícil. Fue él quien ayudó a la familia García a superar esa crisis. Sin embargo, nunca había pensado que ahora, después de recuperarse, Leticia quisiera abandon
Dentro del ascensor, Pedro sostenía el jade en su pecho y se sentía muy incómodo. Aunque ya lo había sospechado, cuando llegó el momento de poner fin a su matrimonio, no pudo contener su malestar. Había pensado que la felicidad era algo muy sencillo. Simplemente comía tres veces al día con su esposa, y los días eran tranquilos y felices. Sin embargo, ahora entendía que incluso lo ordinario podía ser motivo de culpa. Había pasado tres años durmiendo en la ternura y la felicidad y ahora era el momento de despertarse. Mientras pensaba en esto, sonó su teléfono celular. Pedro contestó y escuchó una voz familiar. —Señor González, soy Bruno Rajoy, de la Asociación de Comercio de Rulia. Me han dicho que hoy es su aniversario de boda con la señora García. He preparado un regalo especialmente para usted. No sé cuándo tiene tiempo. —Bruno, muchas gracias por el detalle, pero ya no es necesario desde hoy en adelante —contestó Pedro con tranquilidad. —¿Cómo? —Bruno se quedó perplejo. Sentía
— ¡Fuera! Con solo una palabra, Yolanda se asustó y quedó paralizada. Nunca había imaginado que Pedro, que siempre era educado, simpático y nunca estaba de mal humor, pudiera ser tan terrible cuando se enfadaba. Su mirada parecía como si quisiera tragarse a alguien. —¡Alguien quiere matarme! ¡Que venga alguien! —Yolanda reaccionó y empezó a gritar en voz alta.Pronto, un grupo de guardias de seguridad del Grupo Preciosidad apareció. —Señora Soto, ¿qué le pasó? Entre los guardias, el jefe del grupo obviamente conocía a Yolanda. Tan pronto como apareció, ya estaba de lado de Yolanda. —¡Raúl! ¡Captura a ese hombre ahora mismo! Ha golpeado a mi hijo. Quiero que pague por esto —gritó Yolanda. Parecía muy feroz, pero se sentía débil por dentro. —¡Hostia! ¿Cómo te atreviste a provocar disturbios en nuestro grupo? Veo que para ti ya es muy aburrido seguir viviendo. El jefe de los guardias levantó su mano y enseguida un grupo de personas rodeó a Pedro. El jefe sabía que era una ocasión
— Mamá, ve con Andrés primero al hospital. Yo me encargaré de esto. Tras unos segundos de reflexión, Leticia por fin tomó una decisión. —Leticia, tienes que tomar cartas en este asunto por tu hermano. ¡No puedes perdonar a aquel cabrón! —dijo Yolanda con odio. —Descuida. Lo solucionaré de manera adecuada —asintió Leticia moviendo la cabeza. Luego indicó a dos guardias que llevaran a Leticia y a Andrés al hospital. —Secretaria, ¿cuál es tu opinión sobre esto? —Leticia se frotó las sienes. Le dolía un poco la cabeza. —Presidenta García, creo que esto está muy claro. Pedro le golpeó primero. Además, los guardias vieron lo que había pasado. No es posible que esto sea falso —respondió Juana. —Pero…las palabas de mi madre… —Leticia quiso decir algo, pero se detuvo. Era consciente de la audacia de su madre y el autoritarismo de su hermano—. Ocurra lo que ocurra, golpear a otros está mal.Juana dijo con rectitud: —Si realmente hay algún malentendido, ¿por qué no se sentaron y trataro
— ¿Cómo lo sabes? Los ojos de Irene se abrieron y su rostro se puso muy rojo de vergüenza y sorpresa al darse cuenta de que había hablado con tanta exactitud sobre sus dolencias, incluyendo su hemicránea, el desorden de su menstruación e incluso la diarrea. ¿Cómo podía Pedro haber sido tan preciso? ¿Acaso lo había supuesto todo? —La medicina china presta atención a cuatro pasos: observar, escuchar, preguntar y tomar el pulso. Con solo observar, se pueden ver muchas cosas —contestó Pedro con calma. —Irene, ¿ahora crees en él? —Estrella sonrió. Al mismo tiempo se había tranquilizado al ver que Pedro había demostrado sus habilidades.—¡Solo fue una casualidad! No hay nada más —Irene seguía sin convencerse. —Señor González, mi hermana es muy terca. No te molestes por ella —se disculpó Estrella. —Nada. Lo primero es curar la enfermedad del anciano —dijo Pedro sin importarle nada más. Se acercó al anciano y después de observarlo cuidadosamente, supo en su corazón que su enfermedad p
— ¡Eres un estúpido! Al instante Estrella se sintió muy enfadada. Agarró al profesor Ruiz con la mano y gritó: —Te he dicho que nos prohibió sacar las agujas, pero no me has hecho caso. Y ahora ha pasado esto. ¿Me das un resultado así? ¡Hijo de puta! —Eso no tiene nada que ver conmigo. Yo he hecho todo lo que podía hacer. El profesor Ruiz movió la cabeza de izquierda a derecha al oírlo y empezó a eludir la responsabilidad: —¡Ah! ¡Así es! Seguro que esto se debe a aquel médico extraoficial. Fue él quien pinchó mal y eso causó todos estos problemas. —¡Pum! De pronto, Estrella le dio un fuerte golpe al profesor en la cara. —¡Cabrón! ¿Debiste a tu tontería a otra persona? Te lo advierto: si a mi abuelo le pasa algo, nunca te lo perdonaré y lo pagarás con todo lo que tienes. Al oír estas palabras, el profesor se sintió desesperado. Con el poder de la familia Flores, era muy fácil hacerlo desaparecer del mundo. —¿Qué pasó? En ese momento, Pedro entró en el cuarto. En cuanto vio l